Yara y otras historias es una antología de 34 relatos que resume en parte la búsqueda de las raíces naturales de la autora y su estudio sobre la esencia primordial de los seres humanos. Por un lado, la naturaleza es la expresión máxima de la liberación; por otro, los objetos, los miedos y rutinas asociados a ellos, aprisionan a los seres humanos “civilizados” hasta volverlos títeres, meras sombras perdidas entre costumbres vacías que comparten con la especie. La autora viaja por la conciencia, estableciendo un análisis profundo sobre los laberintos de los seres humanos. La exaltación vacía del cuerpo, la maternidad obsesiva, el hastío de las rutinas ciegas, el reflejo violento de los que son presa de la dominación; todos tienen un punto común. Llevan al ser humano a asumir una máscara que los desvía de su naturaleza más profunda. Schaefer Röder estudia de sus personajes los callejones que los atrapan, desarrollando la tensión con minuciosidad para el logro de un conflicto que nos mantiene agarrados del sillón. No sabemos de la nueva desgracia de la mujer que viaja junto a su niño o de la esquina del cuerpo del hombre que insiste en depilarse para estimular el crecimiento del cabello. La autora elabora también el relato, demostrando un dominio excepcional de la palabra. Lanza un reto al lector. La misma letra inicia todas las palabras en los escritos desde el comienzo al final. En estos relatos surgen las críticas a la insensibilidad de una apasionada decoradora, a los objetivos de algunos gobiernos, que empujan a ultranza la represión en nombre del progreso. También se añaden al libro otros relatos, en los que el dominador es el dueño exclusivo de la voz, mientras que el dominado es una caricatura que se comunica con sonidos repetitivos, onomatopeyas carentes de un significado completo. Así, nos sorprende cuando presenciamos el estallido del dominado, esa libido desbocada que se convierte en fuga, en agresión. Ante las grandes presiones que vive el ser humano actual por el anonimato de las ciudades, por la marginación, la autora propone un nuevo comienzo. Es aquí que se introducen la naturaleza y sus seres fluidos, centrados. Conocemos también héroes míticos de la memoria colectiva venezolana, como María Lionza. Esta es acompañada por una danta que representa todo aquello de nuestra naturaleza que la civilización no ha podido “domar”. En otro de sus cuentos la autora nos presenta una mujer de la ciudad que encuentra su esencia al hacer contacto con un manatí en la profundidad del río Amazonas. Sin duda, la redención está en el abandono de la memoria que nos ha legado la civilización occidental. También en el recuerdo de nuestra pertenencia a un todo, fluido como las aguas. Una alternación de ciclos en los que dejamos de ser los dioses pequeños, asustadizos, obsesivos, para convertirnos en otro pétalo más en la fugaz y eterna actividad de la vida.