Poemario de lenguaje a veces críptico que destaca la mejor tradición de los poetas chilenos del siglo XX. Fermento entra en los intersticios de la conciencia de un yo atemporal, pero firmemente situado. Desde ahí visualiza temas que van desde el amor, a las cuestiones sociales y la evolución de una cultura posmoderna. La cuestión del individuo, es una constante en la obra; por lo que el poemario intenta ahondar en el sufrimiento de la falta de destino y sentido, de la angustia de lo singular inserta en la globalización que le masifica en el consumo. Los versos de Fermento tratan de ser testigos personales de ese yo que vive la experiencia de su transitoriedad e intrascendencia sin conexión a un sentido histórico universal. Este individuo es un mero “actor de reparto” en su propio show, sin lograr escapar del extravío que le produce encontrarse en medio de una colección de soledades. Así, la cuestión de la libertad del yo y su conciencia presente deja de ser un asunto valórico, para transformarse en una pregunta desprovista de respuestas que no tengan otra referencia más que traducirse en una “sensación” anclada en el estar y no en el ser.