Voz apenas
- Autor: Carlos Skliar
- Género: Poesía
- ISBN: 978-987-559-177-6
- Nº Páginas: 112
- Encuadernación: Tapa blanda
- Año: 2011
Devolver a la palabra su capacidad de agitación. Hacerla atravesar por el asombro, sea el sentimiento y también el relámpago iluminando los rincones. Poesía, la de Carlos Skliar, para comprender al lenguaje desde la emoción que lo sobresalta, lo empuja a regresar a su estatura de ser vivo, de espejo para delinear nuestro rostro y darle nombres por donde la sangre corra. Pienso, con Carlos Skliar, que al existir miramos. En la poesía, el punto de inflexión es vencer las resistencias, el blanco es el contorno del aquí y el ahora. Para perdurar, así lo creo, la poesía se atrinchera y exalta el presente, hace del instante una expresión de lo divino. Considero que Skliar busca una poética para permanecer en la lucidez de la infancia, en los ojos que por primera vez se encuentran y observan el mundo que los observa, porque el saber no se puede aquilatar si no va acompañado de la sorpresa. Luchando por la plenitud, el poeta sabe que cada día es un principio. Así, la poesía de Carlos Skliar, peleando por ir a un saber más allá del saber, por toparse con un derrotero nuevo y devenga imperioso no sólo experimentar, sino crear la realidad. Nutrir al mundo. El Poeta, al inconformarse lo vuelve a inventar. Entendida como una forma de combate, la poesía de Carlos Skliar aspira a resucitar a los muertos y pugna porque los vivos se pongan a vivir. Poesía para enfrentar a los monstruos de la razón. Sí, una escritura donde las palabras recuperen el magma terrestre y sean, por fin, apariciones, señales para iniciar una revuelta y aprender que una frase es antes una pulsión, una actividad volcánica sentida a partir de caminar, de compartir con alguien la furia de estallar en mil luces al fondo de nosotros mismos, en la espesura de los contrastes, interrumpiendo la mecánica de un mundo que insiste en el resfrío, en emitir mensajes de auxilio desde su taquicardia. Acaso la poesía de Carlos Skliar está siendo escrita para emerger de los abismos en que vivimos o, por el contrario, para hallarles sentidos y navegar con soltura en ríos subterráneos. Tal vez Carlos Skliar desee que su poesía tenga el papel de lograr que las palabras se cumplan, no se encharquen en las promesas rotas, no estigmaticen el valor del silencio y oír el sonido del amor, del odio o de la indeferencia. Escritura, entonces, para ver lo que sentimos, derribar la mentira, percatarse de lo oculto detrás de las apariencias, escaparse del vacío y celebrar lo que vendrá, buscando en el lenguaje poético la recuperación de la juventud, del afecto como un equivalente de la curiosidad, de la inmersión hasta lo más hondo desafiando al cielo y rescatar a las palabras de los controles mediáticos y las redes de la burocracia. Poesía para ir al grano, llamar por su nombre a los seres y las cosas, para liberarla de los recurrentes prejuicios de la cosificación. Acaso, para Carlos Skliar, cada poema sea un manifiesto, una posición frente al mundo y al lado de quien más amamos. Se requiere coraje para escribir poesía. Es ya, en su más intensa vertiente, una expresión de rebeldía, es plantar cara al horror faccioso del pensamiento único. Intuyo que Carlos Skliar pretende sacarla de lo rutinario, indagar con ella, que funcione como una forma de lo filial o del rechazo, de la duda o de los perfiles más bellos y dolorosos de la tesitura humana. La actitud de un poeta, supongo que así lo siente Carlos Skliar, implica despojar al poema del polvo de la actualidad, de la compulsión por la coyuntura. Celebrarla desde lo íntimo, desde un territorio propio y así volvemos a tocar, a desnudarnos de conceptos. El poeta actúa a favor de una perspectiva propia, siente con todos, pero su primera fidelidad es consigo mismo, es quien alza la mano para alcanzar una idea como si tomara un rayo y lo convirtiera en espada. Así, la poesía puede ser un arma a favor de los desesperados, de los que no se acomodan bien en el silencio inducido y quieren alcanzar su voz, multiplicada por la riqueza en quien se atreva a explorar el útero de la tierra y las galerías más secretas del ser. Poesía como un asunto de quienes nutren al mundo de nuevas percepciones, de quienes cruzan a nado las aguas de los sueños y han aprendido a conducirse en las turbulencias. El poeta es un viajero. Arde en llamas negras, limpia su espíritu para que brille con la verdad. El poeta, así sugiero que lo percibe Carlos Skliar, es el ser que aparece cuando nos quitamos la mordaza. (por Arturo Córdoba Just, México)