Vivo sin vivir en mí es un poemario que explora el suicidio como el amor, incluso platónico, a la muerte desde el punto de vista de quien quiere suicidarse, como un ejercicio por intentar entender y explorar esta circunstancia tan presente en la sociedad. De creer que el amor debe impregnar la vida, nace una obsesión por revelar la relación entre el amor y la muerte, encontrando una unión perfecta en el suicidio, cuando se desea la muerte hasta amarla. El suicidio se vuelve protagonista y de él se desprenden esa muerte y ese amor que juntos lo originaban. Para explorar la relación entre el amor y la muerte, las vivencias cobran especial importancia como hilo conductor a través de las confesiones que conforman este poemario. De ahí surgen también el olvido o la marginación que llegan a aparecer como lo que facilita la capacidad de desprenderse de la vida, si no como la causa misma. Estos versos defienden el hundimiento, enterrarse en todos los pensamientos negativos que se nos cruzan como forma de vivir y atravesar los traumas y duelos, aunque no se consiga superarlos, porque la muerte es natural que no se pueda superar, todavía más cuando es la muerte de uno mismo o de lo que se es.