La Saga del Gaucho sin Cabeza, está basada en bien documentados episodios de la historia Argentina del período de Juan Manuel de Rosas y los Mazorqueros, la ambición británica en el Río de la Plata, los refugiados nazis de la Segunda Guerra Mundial en la Patagonia, el Peronismo y la energía nuclear, Evita, su cadáver, más algunos episodios referentes al nefasto golpe de estado de 1955 y sus consecuencias. Por otro lado la historia se completa con discutibles investigaciones y esclarecimientos sobre momentos oscuros de estos mismos episodios y personajes, todo dentro de los confines del misterioso pueblo Villa Durazno, dominado por las espléndidas Azucenas expertas en el sexo y la lucha con facón, visitadas regularmente por un sobrenatural personaje decapitado. La Saga del Gaucho sin Cabeza se puede interpretar como una ficción que hace un humilde intento de explicar, con imaginación, una realidad que siempre nos supera, por más que haya: sexo, sangre, muerte, guerra, gauchos, unitarios, federales, alquimistas, científicos, brujas, hechiceras, aquelarres, orgías, camellos, caranchos, peronistas, cumbia, contrabandistas, conspiradores, ingleses, franceses, bibliófilos, nazis, ninjas, chinos, mapuches, judíos, cristiamos, mormones, macheteros, degollados, emoción, pasión y amor. Pero, como se dice en estas latitudes, es lo que hay. Villa Durazno, el aislado pueblo que no figura en los mapas, al que solo se llega por suerte, destino o invitación, es víctima de la globalización. Después de la Celebración, la fiesta anual en honor al Gaucho sin Cabeza, figura tutelar del pueblo, un astuto operador envía las imágenes de las sangrientas orgías a un popular sitio de videos y estas rápidamente se viralizan. Las Azucenas, las extraordinarias protagonistas del extraño ritual, expertas en el sexo y matar con cuchillo, y hasta entonces ajenas al fenómeno de las redes, la telefonía celular y el internet, quedan cautivadas por la globalización, los “me gusta”, los “amigos” virtuales y la fiebre comunicacional. Pero no todo queda en la virtualidad porque llegan al pueblo de “Los 4 Fantásticos”, ídolos de las redes: los lúbricos mellizos rumanos detenidos en su crecimiento Ilie e Ilinca, Oddur el gigantesco gordo islandés, campeón de ingesta, y Geovanny el marero salvadoreño con prótesis cibernéticas en casi todo su cuerpo, demuestran a las Azucenas que la comunicación puede no ser tal. Nuevos desbordes, nuevas batallas toman el escenario de Villa Durazno bajo la atenta mirada del planeta que los sigue desde las pantallas de los celulares, y sobre todo la implacable observación de un flamante jeque árabe que quiere conquistar el mundo a través de las redes. Y lo logra, o casi.