Pocos meses después de la muerte del general Franco, el joven estudiante Justo Torrado es detenido por la policía política del Régimen después de arrojar pasquines subversivos en su centro de enseñanza. Durante su reclusión en los calabozos de la Dirección General de Seguridad es interrogado y torturado reiteradamente por renombrados agentes de la Brigada Político-Social que, ante el asombro del protagonista, intentan incriminarle en actividades terroristas, en las que podría estar implicada su organización clandestina. Justo lo niega todo, pero comienza a sospechar si no habrá sido utilizado para colaborar sin saberlo con elementos violentos que siembran el terror en Madrid. Sin embargo, no todo será tan duro. Durante su detención conoce a una serie de personajes —policías, delincuentes, vagabundos…— que le ayudan y amparan en esos difíciles momentos y que le irán abriendo los ojos a la realidad de la vida, y con alguno de los cuales mantendrá una cercana camaradería una vez puesto en libertad. La duda sobre su actuación política, la sorda presunción de haber sido manejado con fines espurios, la afición por el consumo de estupefacientes y por la íntima compañía femenina, y el rechazo al constreñimiento del marxismo, hacen que Justo abandone decepcionado la militancia política y se introduzca en el universo de las drogas y la delincuencia, donde logra crearse una cierta reputación. La noticia de un atentado será el detonante que desencadenará la pugna interior que intentaba evitar a toda costa, enfrentándole con la verdad. El autor narra de manera divertida las peripecias de un joven español durante los meses inmediatamente posteriores a la muerte de Franco, y cómo las vivencias extremas a las que se ve arrastrado forzarán su doloroso y brusco despertar. Impregnada de melancolía, con un lenguaje y estilo singulares y en la tradición costumbrista del género de los Episodios nacionales, Vida y ventura del estudiante Justo. El despertar es un relato irónico, sarcástico y a veces grotesco de la dramática peripecia del protagonista, y de la sociedad madrileña y española de los dos primeros años de la Transición, en el que el humor es un instrumento, no un fin en sí mismo, que nos facilita el suficiente distanciamiento para conocer la realidad y comprenderla con mayor objetividad.