Una tarde para Tania y otros cuentos es la narrativa iniciática con que Alexis Cruz-Rodríguez se despliega sobre escenarios nebulosos (un patio, un club social, una calle, una clínica, una cafetería, unas ruinas coloniales, un bar), espacios principalmente de tintes urbanos donde se desenvuelven personajes ermitaños, angustiados, temerosos, a veces solitarios e inseguros o víctimas de la inseguridad humana. En estos relatos se respira una atmósfera existencialista. Aquí desfilan seres desgarrados por la realidad: una maestra en cama, un marido que sufre los malestares de su mujer embarazada, niños que, jugando, emulan trágicamente a sus padres; personajes de terror (cuervos amenazantes, huéspedes molestosos, ogros vengativos, hormigas que devoran gente); seres que esperan (un amor, una venganza, una reaparición), o que ansían soluciones perturbadoras (un televisor, un esperado primogénito), en un clima de sonidos roncos y arbitrarios que suscitan un interés ambientalista y con fuertes palpitaciones de psicología femenina. La narración de Cruz-Rodríguez está poblada de imágenes borrosas, ocasionalmente surrealistas, con escenas que se doblan en un repetitivo déjà vu, premoniciones cercanas al realismo maravilloso (un cacique anticipa la destrucción del antiguo Nuevo Mundo), y relatos de resonancias bíblicas o míticas. No siempre los personajes quedan atrapados en la angustia existencial: un marido celoso decide vengar una ofensa, un médico se desquita una afrenta de infancia, un hombre estrella un televisor sobre el pavimento. Aquí está Alexis Cruz-Rodríguez. Darío Tejeda