Esta historia transcurre en dos países del Caribe pero hubiera podido suceder en otras partes del mundo porque es una historia común. Jóvenes y algunos no tan jóvenes buscan escapar de la pobreza emigrando a países más prósperos. El matrimonio con personas solventes suele ser el camino más fácil para alcanzar sus objetivos. Lyam, una chica habanera, desea ayudar a sus padres y, si es posible, realizarse como pintora. Pero ella quiere adherirse a los valores que le han inculcado desde la infancia y por eso quiere encontrar a un hombre adecuado. Conoce a Alfredo Duarte, un médico dominicano que se casa con ella y se la lleva a su país. Lyam llega a amar a su esposo y a su pequeña hijastra, una niña encantadora que padece una enfermedad renal. Cuando la salud de la niñita se agrava Lyam se ofrece voluntariamente para donarle un riñón. El trasplante se efectúa sin dificultades y el esposo, los suegros y hasta la cuñada díscola se muestran profundamente agradecidos. Todo está marchando bien. Lyam está enviándoles dinero a sus padres, estudiando pintura y hasta logra vender uno de sus cuadros. Pero entonces comienza a sospechar que Alfredo y su familia le están ocultando algo y decide averiguar la verdad. No tarda en descubrir que, como su madre le había advertido, las personas no siempre son lo que aparentan.