Una mujer ambiciosa como Gladys en viaje, un viudo que no puede superar la muerte de su amada y viaja hacia la muerte en Velero, Teresita Colonia Nuñez, una docente jubilada atacada por el vampirismo de las cactáceas, la tentativa de un crimen develada por una ajedrecística Defensa de la India del Rey, una sucesión de instantáneas sobre Una Fiesta, un relato histórico y sangriento como Las última hora de Manuel Dorrego, la defensa de un traidor consuetudinario en La última versión de Judas, un delirante que viaja a matar a una Presidenta en el Subte E, la ternura familiar y la meditación sobre el origen del universo en Un Candelero, una interpretación sobre una muerte indignante en Ese Hombre, la lucha contra las fiebres tropicales entre las vicisitudes de un Ejecutivo llamado Charles Gustav De La Croix, una indeterminada historia de un perfumista francés y su novia Toribella que trae mensajes entre líneas muy difíciles de extraer, unas hermanas siamesas muy eficientes que lograron estar incluidas en un mundo dactilográfico, y un Poema “Parafernalia Tecnológica” que intenta desalienarnos de la diosa informática a la que día a día nos entregamos con devoción, fe y mansedumbre completan este libro de los trece cuentos para ser leídos antes que irrumpa el Apocalipsis (y un poema desalienante). El título surgió una mañana de domingo cuando unos testigos de Jehová llamaron a mi puerta para anunciarme que el Apocalipsis estaba por llegar y que previo a ello, para salvarme debía leer una publicación que ofrecían en esa visita. No me pareció un mensaje apocalíptico para nada, pues, como tal les dije, yo sabía que el Apocalipsis ya había irrumpido y que vivíamos en esa pesadilla bíblica desde hacía largo tiempo. El lector comprenderá que todo esto es materia opinable. Lo que si le sugiero es que lea este libro con la misma pasión, alegría, cariño y gratificación que puse al escribirlo. Y cuanto antes lo lea, mejor, no vaya a ser irrumpa el Apocalipsis en serio y no se pueda completar su lectura adonde iremos todos el día después . ¿Donde? En el Paraíso. No puedo dejar de reconocer que soy Creacionista.-