Fue en Troya, la antigua Ilión, donde los héroes consiguieron la gloria tanto viviendo como muriendo. Es por ello que todos estamos allí, dispuestos a obtener el reconocimiento de los dioses. Algunos, pisando la ardiente arena de la playa, otros, agazapados tras sus escudos, los que más, temiendo bajar de las negras naves, pero todos dispuestos a avanzar junto al ejército vencedor. Ahora, ¿quién elige estar al otro lado de las murallas sabiendo que éstas caerán inevitablemente? Sólo el poeta que escribe con sangre agradece cada herida recibida. Sólo él permanece fiel a la derrota, pues sabe que la vida es más intensa cuanto más cerca está la muerte.