“También te besaré en Lisboa”, de Oswaldo Páez Barrera es una novela en primera persona, con 240 páginas y 18 capítulos. Es una obra de corte político social que presenta una de las facetas de los grupos subversivos que se forman en nuestros países latinos, enemigos del imperialismo yanqui y de cualquier forma alienante de poder. Rafael López Pérez, supuesto nombre de el protagonista se involucra en una célula de izquierda revolucionaria y escribe un diario que lo lleva de ciudad en ciudad, de país en país, de escondite en escondite. Burlando las seguridades migratorias, Rafael sale de una prisión de Perú en donde sufre torturas y maltratos y es deportado a Ecuador, para luego, por gestión de la Universidad Central del Ecuador, ser enviado a México y luego a Vietnam. Durante todo su peregrinar conoce gentes de toda índole, pasa por hoteles y lugares de diferente condición. Alterna su azarosa vida con lecturas, talleres, reflexiones, camuflajes, buenos y malos recuerdos de su familia, sus condiscípulos, sus novias, sus camaradas y sus clandestinos contactos partidistas. Entre sus amigos guerrilleros están Lena Doria y Carlota Banderas. La primera, peruana y abatida en una redada fronteriza y la segunda ecuatoriana, oriunda de Cayambe y con quien mantiene una peligrosa relación. Desde el capítulo IX, cuando Rafael es enviado a servir en una célula insurgente de Ambato, la tónica del relato experimenta cierto cambio. Se percibe menos tensión en la rutina política del protagonista. Su situación dentro de la fracción comunista respira más libertad para trajinar entre gente que lo rodea y el ambiente provinciano de una ciudad atrayente. Sus disimuladas clases de francés en un instituto de niños ricos lo empujan a nuevas perspectivas como el amor de Paulina: una alocada quinceañera. El relato se sucede en varios planos temporales y espaciales. Mientras el narrador se desplaza diariamente conforme las instrucciones del partido comunista y las misivas de Carlota, matiza su militancia con aventuras y remembranzas fugaces que las convierte en poesía y páginas epistolares, es decir, intercala vivencias a modo de flashes, en las que recrea sentimientos, ternuras y nostalgias. La obra en sí es amena, clara, escrita con pasión, belleza y madurez. El autor traduce una verdad histórica, esa de “la vieja izquierda a finales del socialismo real e insinúa la posibilidad de otras tendencias libertarias”. El final de la obra es también del compromiso político de Rafael, quien termina con ayuda de Carlota huyendo a Colombia y luego a Europa, junto con su amada Paulina. Por sus méritos literarios, la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) deberá tomar en cuenta este trabajo para un turno de publicación.” (Reseña de la Dirección de Publicaciones de la CCE por la cual se autorizó la edición del libro).