Nuestra situación actual y desde el punto de vista histórico destaca precisamente por el “vacío existencial”, como ya apuntaba Blaise Pascal hace siglos, Yuval N. Harari en el presente y futuro más inmediato o Zygmunt Bauman al referirse a la “sociedad líquida” y -por tanto- no sólida en la que se desarrolla nuestra existencia. Un vacío e impás existenciales que han intentado cubrir las diversas corrientes (renacimiento, romanticismo, humanismo, esencialismo, existencialismo) y credos donde no llegaba el saber. Hasta ahora, los modelos sociales, culturales y orgánicos han actuado cual estrellas que guían a miles de millones de personas; de tal manera que, por ejemplo, a casi todo el mundo le gustaría ser como Bill Gates, Cindy Crawford, Beyonce, Jennifer López, George Clooney, Leo Messi o cualquier otro personaje popular dentro de los ámbitos de la economía, la política, el cine, la música o el deporte. Esto es, por lo general, estamos embarcados en esa carrera para ver hasta dónde somos capaces de alcanzar el modelo de vida que nos ofrecen los escaparates socioculturales, que incluyen también los estéticos y/o corporales. En el presente ensayo se trata un posible modelo existencial, práctico y fácil de aplicar, tanto a nivel colectivo como personal. El mismo se basa en el equilibrio entre nuestras tres dimensiones fundamentales: la biológica, la sociocultural y la espiritual. Es decir, un modelo de sapiens con las dimensiones vitales ajustadas y en buen estado. Lo cual se traduce o significa que, a lo largo de nuestras respectivas vidas, deberíamos dedicar a cada una de estas dimensiones proporciones similares de nuestro tiempo, esfuerzo, interés, (pre)ocupación, valoración, dedicación, atención, tareas, cuidados, mantenimiento y satisfacción de sus correspondientes necesidades existenciales. Sabiendo además que, tal y como están hoy en día nuestras dimensiones vitales y conformantes, tanto a nivel individual como colectivo, esa relación está descompensada, con una “bulimia” bastante clara o evidente en dos de ellas -la orgánica y, sobre todo, la sociocultural- y una “anorexia” evidente en la otra -la espiritual-. La aplicación del modelo existencial a nivel grupal es, sobre todo, para demostrar la validez del mismo; siendo que el objetivo más específico de la obra es el de ofrecer a escala individual una referencia práctica para que cada persona pueda (auto)diagnosticar cómo o en qué estado está su vida, simplemente teniendo en cuenta el equilibrio entre nuestras dimensiones existenciales básicas. Para demostrar su aplicación a escala personal, en el ensayo se recogen casos reales de personajes famosos sobre los que se aplica dicho modelo existencial, viendo como a través del mismo se pueden llegar a entender muchos hechos y episodios de la vida que, normalmente, nos resultan anodinos o incluso sin explicación razonable. Es lo que vengo a llamar nuestro síndrome cultural de espíritus incomprendidos, de los que está plagada nuestra historia y que supone supeditar nuestra forma de ser o espíritu a cualquiera de los otros dos órdenes de nuestra existencia, con un protagonismo desmesurado de nuestra dimensión menos natural, como es la sociocultural. En definitiva, en este ensayo se trata de ofrecer una referencia evidente, sencilla, ágil y práctica para mejorar nuestra vida y paso por este mundo.