Ritual del neurótico obsesivo llamaba Leopoldo a la escritura. Yo que nunca he sido dado a tantos excesos como él, que un poco sí, también comparto esa obsesión ritual que es la escritura. Como explico en un poema pasé desapercibido para el sistema y jamás he estado ingresado en ningún lugar, salvo en el colegio de monjas, una escuela hogar donde me contuvieron y me enseñaron muchas cosas. No tuve yo una madre que me ingresara y mi padre, que tenía una moral ecléctica, aunque veía, cuando yo era todavía un mocoso, que algo no iba bien, jamás me hubiera encerrado en una institución. Cosa que ahora agradezco enormemente. Aún así, cuanto ha inspirado estos poemas, son situaciones reales que a algún amigo o a mí, han sucedido. Así que todo es real, o eso que llamamos realidad, que para un loco, y me encanta llamarme así, siempre es relativa, variable, y como su propia mente, divergente. He visto entrevistas que hicieron a Leopoldo donde los entrevistadores no dan, ni mucho menos, la talla, pues lo tratan como a un “loco” y le siguen la corriente, ya que, en realidad, no tenían ni puta idea de lo que estaba hablando. En muchos casos si no te las has visto como él, o has tenido algún vicio parecido, no te enteras de qué va; era un tío muy cachondo, a pesar de todo. Pero; cada uno con su locura. Y en esas estoy yo; estos poemas son mi locura, resultado del Ritual del neurótico obsesivo.