¿Puede ser aburrido algo que no existe? Ya verán ustedes como sí; concretamente lo pueden resultar algunos de los libros que se recensionan en esta originalísima obra, donde se hacen juegos malabares con los escritos apócrifos y se mezclan impúdicamente autores reales con otros imaginarios y textos verdaderos con exabruptos febriles. Estamos hablando concretamente de una treintena de reseñas cómicas —un género de escaso cultivo, porque los críticos literarios se caracterizan precisamente por tomarse muy en serio a sí mismos y a lo que pergeñan—, en donde el autor aprovecha la coyuntura para reírse de todo lo risible, de lo irrisible y hasta de lo que para algunos puede resultar lo más sagrado. Le da igual, porque aunque publica aquí, teletrabaja desde un remoto archipiélago de la Polinesia, un archipiélago que aparece en los mapas, sí, pero ubicado a unos cuantos de miles de millas náuticas de donde realmente está, así es que los lectores airados no le van a encontrar por mucho que busquen. Y estas reseñas se mofan y se befan de las modas, de las revoluciones, de los asesinatos, de la filosofía, de los macarrones, del amor, de la mitología, de los boleros, de la política, del impresionismo, de la autoayuda, del ocultismo, de las chinches y de muchas otras materias que no ponemos aquí porque ya vienen en el índice. El autor se satiriza incluso a sí mismo y finaliza su obra con una demoledora crítica de este mismo libro, con una metarreseña, por así llamarla, en donde se insulta a placer para que los demás no tengan que tomarse ni esa molestia.