El límite entre realidad y fantasía es un territorio siempre nuevo por explorar. Es donde cabe, como una posibilidad, la paranoia de la locura. Una historia puede ser verdad y mentira, una ilógica realidad o una lógica fantasía. Estos relatos se pasean por esos límites y es que, no obstante, son fruto de realidad y de fantasía. Los fui construyendo en mi cabeza durante los años 14, 15 y 16, y por fin, en el 17, los comencé a escribir. Mucho me divertí recordando las aventuras de aquellos años ; años de necesidad y pobreza y, sin embargo, de risas y alegrías. Cuantos personajes salen son personas reales bajo nombres falsos. Los escenarios son lugares reconocibles de la ciudad de Zaragoza. Sin duda, estos pocos relatos son desquiciadas historias tan reales que da miedo, pues se parecen en mucho al día a día en las calles, en lo más bajo de la sociedad. Gente al margen que sobreviven cada día como si mañana no hubiera, con un pasado que siempre fue mejor. Ni que decir hay que estos relatos, en especial Vida del buscón llamado el Pufos, deudor obvio del Buscón, están bajo el influjo, he inspirados, por la novela picaresca y el teatro del siglo XVII. Pese al paso del tiempo hay cosas que permanecen y una siempre es la necesidad, que aguza el ingenio y vuelve laxa la moral. No es de extrañar pues que ciertas conductas se repitan época tras época, crisis tras crisis, crisis, por cierto, que siempre pagan los mismos. Sobre este parecer, la cercanía con la picaresca y el teatro del barroco, mucho se podría escribir, sin duda una mente más preclara que la mía y menos subjetiva para con el texto. Tal vez llegue el momento en que alguien se ocupe de desarrollar el tema, mientras tanto solo puedo decir que espero que se lean con tolerancia y se disfruten estos relatos.