La violencia contra la mujer no comienza repentinamente, sino que se trata de un proceso progresivo y lento que la va desgastando y minando poco a poco. Al principio de la relación, comienzan las manifestaciones de dominación y de control por parte del hombre, que en ocasiones pasan desapercibidas o son percibidas como signo de amor. Él empieza a tejer su telaraña y a destruir a su presa: los desprecios, las miradas frías, los pequeños insultos se transformarán, con el tiempo, en golpes, empujones, en gritos cada vez más fuertes y en descalificaciones cada vez más serias. Pero también, estos actos agresivos se intercalarán con actitudes más calmas y cariñosas, provocando una situación de confusión en la mujer y una mayor dependencia con el agresor. El modo en el que se produce la violencia generará un deterioro psicológico que la conducirá a la sumisión y a la incapacidad para reaccionar y responder ante las situaciones. Los períodos agresivos, unidos a las fases de reconciliación, constituyen lo que se denomina “el ciclo de violencia”. En este libro la autora nos ofrece un estudio sobre violencia de género que se completa con el relato de una historia personal donde se comprueba con precisión el marco teórico ofrecido. Ayudar a víctimas de violencia a comprender, salir de esa situación, confiar en sí mismas, volver a edificar una vida plena, es el objetivo de estas páginas