Una mañana apareció en el buzón de Ababa asesoría editorial el manuscrito de una tal Luisa Fer. A pesar de creer no entender totalmente el mensaje que pretende transmitirnos a través de estas páginas, y a pesar de no tratarse —presuntamente— de una autora de renombre, hemos decidido publicar el texto, sin razón aparente. De esta autora tan solo sabemos que, a raíz de una lectura de cartas tremendamente reveladora con su tarotista de cabecera, decidió escribir la obra que hoy tienen en sus pantallas: «Lo que tú deberías hacer, Luisa, es escribir una novela divertida, absurda, ridícula e incompleta, porque la literatura debe ser el reflejo de lo que el escritor ve, espía y escucha y qué más divertido, absurdo, ridículo e incompleto que nuestro mundo. Si a los críticos les gusta bien y si no, que no la lean, peor para ellos. Si no consigues lectores puedes transformar los libros en sillas, lo que sería una original acción de arte. Los apilas, enseguida los amarras y te sientas en ellos. Con un par de títulos que te haya entregado una imprenta en quinientos ejemplares, incluso puedes construir una mesa y usarla para dictar talleres. En todo caso, yo te puedo hacer un trabajito para que seas célebre sin tener ningún lector; pero creo que ni siquiera lo necesitas. Aquí las cartas me dicen que eres terca, que igual escribirás tu autobiografía y que algo pasará que será una sorpresa para ti. [...] Luisa Fer, está claro. Abandonarás Grecia y volverás a Chile, con grandes dificultades escribirás tu autobiografía, no obtendrás galardón literario alguno, pero aparecerás en los periódicos dedicados a noticias de la farándula y capaz que tengas tribuna en un programa televisivo de gran audiencia llamado S Q P. Aquí es sumamente fácil ser célebre sin tener ningún lector». La señorita Luisa nos conduce a través de esta narración autobiográfica a un espacio de hechizos y premoniciones, uno incierto, al mismo tiempo que nos enfrenta a una crítica mordaz del medio literario —chileno, en este caso—; crítica que a su vez oculta el serio desconcierto que supone el nacer siendo de un género impuesto por la naturaleza. El trabajo con la autora no ha sido fácil pues ella tenía ideas muy claras sobre cómo editar y publicar su obra. Así, en ciertas ocasiones el texto se distancia de las normas que nos hubiese gustado aplicar; mas todos sabemos que los autores son caprichosos y, en este caso, consideramos preferible ceder, por si acaso. Con las palabras de Fer, el lector se encontrará frente a una de esas habitaciones llenas de espejos de los parques de diversiones; y es que la autora aparece como un personaje de la historia que narra una tercera y no es fácil dilucidar quién está realmente detrás de todo esto. «Confusión» podría ser el término que mejor describe estas páginas. Es pues, quizás, tras el primer impacto y varios años, que Ababa asesoría editorial se ha comprometido a embarcarse en lo que el destino le tenía preparado, y así hoy tiene el inmenso placer —mezcla de ilusión y temor— de presentarles la obra que alterará a más de uno.