Diciembre de 2001 sigue siendo señalado como el momento más fuerte de la gran crisis argentina, con pocos culpables, muchas víctimas y varios salvadores. La corrección de grandes periodistas y analistas, limitaron el análisis de lo que vino después. El excesivo uso de un recuerdo selectivo olvida la presidencia de Rodríguez Saá, las internas peronistas y las medidas de Duhalde que llevaron al peor momento de la crisis. El kirchnerismo que vino luego se favoreció de un cambio de vara, que pasó de la indignación popular por la corrupción menemista a permitir el regreso del roban pero hacen; de acusar a todos los políticos de mentirosos a tolerar mentiras en la cara durante años; del que se vayan todos por ineptos a aceptar triunfos simbólicos como grandes reformas. El movimiento al extremo del kirchnerismo, llevó a que posiciones de centro pasen a ser consideradas el otro extremo, generando la famosa grieta. En la era K la opinión en los medios superó los hechos, condicionada por la corrección mediática, el humor social y la autocensura por razones de sensibilidad populista. De la Rúa terminó la presidencia entre humo, caos y muerte. Cristina con un acto multitudinario, banderas y aplausos. En el libro se presenta una comparación de dos momentos del país, en una línea contraria a la versión aceptada por los medios hegemónicos y oficialistas. Intenta mostrar que en los años de bonanza recaudatoria y de poder, no se pasó a una fase de desarrollo y que durante meses de fragilidad, tensiones, debilidad y escasez de fondos, no se llegó a los extremos a los que se movió el kirchnerismo durante la década ganada.