En palabras de la autora, Caridad Jiménez Jiménez: “Considerado como arte, el Shibari hereda tanto del diseño de cuerda japonés —que consistía en realizar patrones con cuerdas de yute en piezas de alfarería— como también del uso de cuerdas para marcar los lugares sagrados —siguiendo la costumbre sintoísta—, une ambas cuestiones con la intención de estimular puntos de acupuntura mediante las ataduras que elevan la energía sexual, al ponerse en marcha en el cerebro, las acciones primitivas de alarma inconsciente —vulnerabilidad e indefensión— provocando la reacción de segregar endorfinas, dopamina, adrenalina y otros neurotransmisores que producen la excitación. La estética del Shibari, como práctica erótica basada en la inmovilización mediante cuerdas —inventada en el Japón de los siglos XV y XVI por los guerreros samuráis para reducir y someter a su enemigo— ha evolucionado buscando la conexión energética entre washasi —el maestro— con la persona atada —jujun— y el observador, creando espectáculo, Performance, llegando incluso al Bondage. La Poesía, la fotografía y el Shibari coinciden en la búsqueda de la belleza y el sentimiento y, en este Poeshibari con su atadura de la Fotosombra, se intenta dejar atada dicha coincidencia.”.