En el siglo V A.C, en un pueblo de pastores y pescadores con escaso poder en el mapa del mundo, surge algo que muchos siglos después alguien colocará en un slogan: “La imaginación al poder”. Son griegos, que sitúan en el centro de sus deliberaciones al hombre y al interrogante. Son los inventores de la duda y del diálogo. Pericles de Atenas es uno de esos jóvenes fascinados por el nuevo juego traído por los maestros jónicos, el nuevo juego del pensar. Pericles de Atenas es el que habla en esta historia, desde su propia voz, desde su pensamiento, caminando a orillas del Pireo, en su viaje por el Asia de los escitas, deliberando en la asamblea, en los banquetes nocturnos de su amigo Sófocles, sobre el campo de batalla, como espía en Bizancio, atrapado por la dulce voz de los discursos de su mujer Aspasia, cercado por la guerra del Peloponeso y la peste. Amante de la democracia y creador de un imperio. Su voz dialéctica, reflexiva, construye en este relato su persona y su siglo.