Tras haber sufrido la traición de un marido infiel, Marina se ve a sí misma atrapada en la depresión y el dolor que embarga su corazón al haber perdido al amor de su vida. Los días pasan y comienza también a preocuparse por los cambios de actitud que ve en su hijo, a quien siente cada día más lejos, llegando al extremo de pensar que tal vez él también la va a abandonar para irse a vivir con su padre. En medio de la depresión y la angustia por quedarse sola, su hijo le propone ir de vacaciones a la playa para renovar sus energías y cambiar el rumbo de sus vidas; ella toma aquel viaje como una despedida, proponiéndose obsequiarle a su muchacho la mejor experiencia de su vida, sin imaginar lo lejos que todo aquello podría llegar.