Quizá la juventud de 1978 fuera distinta de la de ahora -quizá no-, pero sin duda la violencia de entonces fue tan absurda como lo es la de ahora. Al margen de los tiempos y de las ideologías políticas, siempre ha existido entre los jóvenes, por desgracia, grupos violentos y siempre, también, colectivos pacíficos. A ellos va dedicado este relato, y a todos los que han caído, a lo largo de la historia, sin haber apenas cumplido veinte años.