El autor expresa sus ideas y su visión sobre la condición humana a través de una singular incursión en el campo de la prosa versificada con influencias mixtas del "haiku" japonés y del género aforístico. El autor define su obra como "antipoemario", ya que el poema, como forma literaria, y el conjunto que los agrupa en un todo no son más que el aspecto externo o el vehículo que utiliza para articular sus reflexiones. Como el propio escritor advierte en su "Carta admonitoria" en forma de prólogo: "Utilizo los tiempos y los espacios de un poemario, pero en realidad son silencios que cada lector puede rellenar con los sintagmas que voluntaria o provocadamente vomite, a modo de singular crucigrama o sudoku de palabras". El silencio se expresa en las partes blancas del libro, trasunto del blanco periodístico que oxigena la página de prensa, pero también reflejo de un vacío elocuente: el espacio en el que nadan unas pocas, justas y escogidas palabras. Para el autor la expresión de las propias ideas ha de estar contenida en los límites justos, sin dar pie a especulaciones filosóficas ni a juegos eufónicos con el lenguaje. Los componentes del título, "Nada", "Nadie" y "Ninguno", son también las tres partes en que se divide este "antipoemario" dedicado irónicamente "a todos los que creen que éste es el mejor de los mundos posibles". La obra ha sido editada por el propio autor y cuenta con ilustraciones y diseño a cargo del prestigioso artista Paco Palomino.