Narra la experiencia real pero alucinada, de una quincena entre vida y muerte, tras dos sucesivas operaciones al corazón. Entrecruza delirios en diálogos con quienes acompañan angustiados. Del resultado se dijo: Acompañaremos al autor en un viaje de 20.000 leguas bajo las profundidades de la mente. La conexión con la superficie real será intermitente y desordenada. La muerte estará al borde en un carnaval de tormentas, cataclismos, derrumbes, multitudes fanáticas, monstruos, ejércitos de hormigas, niños aterrados. Un cuerpo agredido y atado físicamente, y una mente que ve a través de una vidriera que le deforma la visión de todo, provocando un desprendimiento interminable de la materia y del tiempo. Se despliega un laberinto de significados donde la salida está siempre en otro lugar. Aparecen tablas de salvación a las que el lector puede aferrarse, en fotografías. Un tropel de sentimientos afloran como liberados de una jaula y buscan perdidos, el retorno a su hogar (Dr. Álvaro Díaz Berenguer) La terca voluntad que el autor pone en registrar alucinaciones que podrían haber llegado a ser un estado permanente causaba espanto. El horror a la demencia y los mundos oníricos nada tenía que ver con el gozo divertido que a él le producía revivirlas. De ahí que el resultado final sea sorprendente y consiga trabajar la experiencia vivida conservando el vuelo libre, ligero, sin quitarle gracia ni vitalidad. Y allí en ese terreno resbaladizo, donde ni el tiempo, ni el espacio, ni las subjetividades respetan las reglas fácticas y lógicas, este relato extraviado del mundo cotidiano descubre secretos simples y placenteros, donde ni siquiera están ausentes las ideas políticas. (Prof. Gloria Salbarrey) Se trata de un libro “raro”, fuera de lo común, inesperado. Me genera la sensación de una pintura entre impresionista y abstracta, extensa, llena de detalles. Leer implica “ver” todas las imágenes que el autor vio. El médico está acostumbrado a considerar a sus pacientes como personas, más allá de la enfermedad en sí, al dolor, al sufrimiento, a la angustia, al miedo, pero no a la alucinación ni al delirio. (Dr. Augusto Müller Grass).