Meditaçâo em Novembro
- Autor: Fernando Cabrita
- Género: Poesía
- ISBN: 978-989-8724-85-4
- Nº Páginas: 30
- Encuadernación: Tapa blanda
- Año: 2016
Ahora que pasaron los días, ahora se siente el peso de la tierra, el peso de las hojas, el infinito peso de las tardes de lluvia. Ahora un río, voces de ángeles entre nubes sueltas, ahora el peso de las vidas sin fuerzas inacabadas, figuras y plazas que la llovizna oculta, ahora el sentimiento de todos los occidentales.
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Joaquín González Málaga
¿Versos sencillos?
Yo creía que quería ser poeta,
pero en el fondo quería ser poema.
Jaime Gil de Biedma
Recién acaba de publicar con más que notable gusto la coqueta editorial Lua de Marfim, en su Colecção Meia Lua –Parte II–, bajo la atenta coordinación de Fernando Esteves Pinto y el buen hacer del editor Paulo Afonso Ramos, una serie de títulos que nos parecen de gran interés.
De entre todos ellos quisiéramos hoy reseñar (sin merma o menoscabo hacia los demás), el que hace el número diez y que firma no otro (aunque también) que nuestro amigo Fernando Cabrita: Meditação em Novembro.
Vamos a encontrar en su primera parte (la que responde a esa meditación espaciotemporal) bastante giro surrealista, aunque en su justa medida y no hasta decir basta. Hay un escurrir del tiempo que con escasa dificultad nos lleva hasta la contemplación recreada de La persistencia de la memoria (asimismo conocido como Los relojes blandos), uno de los cuadros más icónicos del siglo XX, obra del inefable Salvador Dalí.
Aquí el creador olhanense nos regala una poesía muy cercana al ser humano y muy ligada a los elementos más terrenales, construida con versos largos que a veces parecen pura prosa:
E vejo-me repartido por salas e casas e becos em que nunca entrei,
alma de corredores que dão de mim para não sei onde,
de portas entreabertas, pátios de luz fluente, salões desalinhados.
Transita por toda ella una inconclusa lucha entre la vida y la muerte tan vieja como ella sola, con lluvia y viento omnipresentes que parecen proponerse (sin éxito, dejémoslo claro) des-ba-ra-tar el claro optimismo sin alharacas del poeta de raíz algarvia:
No claro círculo das horas uma barca avança.
Evapora-se um dia, uma vida.
No nos cuesta nada ver en estas escasas veintinueve páginas a Fernando, irredento peregrino de sí mismo, partiendo incansablemente en busca de sabiduría y diversidad para retornar sin tardanza a su Olhão natal y darles como es debido cauce a través de su vida y obra:
A vida balouça, a terra balança, tudo vive na substância estranha do mundo.
Gracias a su tono, logrado y salpimentado de marinería, la luz, esa luz atlántica y universal, al fin acaba por desfacer los últimos restos de tiniebla, y nos llama a decir sin el más mínimo temor a equivocarnos, que versos tan líquidos nunca fueron más sólidos y rotundos:
Regresso-me ao que nunca fui, Castelo e patria,
barco, barco, barco, cordame de velas,
cantiga e copla de marinheiro em terra,
copla e terra na curva de todos os horizontes.
Ya inmersos en la segunda parte del poemario (A esplanada das lamentaçoes), la más extensa, dividida en cinco partes, nuestro poeta se propone bien a las claras apresar la palabra y, haciéndola suya, tras pasar por su (a)dorado alambique, donarla sin demora a la humanidad:
Dá-me que te prenda, palavra ciciante,
fugidia,
palavra pendendo a alma.
Subyacen tras lo escrito una batalla sin cuartel contra la melancolía y una arriesgada pregunta: ¿es un lunático el bardo que canta a la luna en vez de a lo que esta refleja?
Que sabemos nós, bastardos de Selene…
Vislumbramos aquí un aliento más largo y agreste, con constantes referencias a la mitología clásica y a sus dioses. Y la luna, la luna casi como un estribillo no buscado, sino encontrado. El fluir del tiempo como clepsidra inaprensible, en un tránsito acuoso y sin solución de continuidad. El poeta echa la vista atrás para comprender(se) e intentar seguir como hasta ahora, sin traicionar ni traicionarse:
Escrevo e pensó.
Não lamento o que se foi.
Foi-se porque tinha que ir, nada mais.
Y más y más búsqueda denodada, contra vientos y mareas, de la palabra feliz que todo lo resuma como ninguna otra:
Uma palavra paira sobre todos nós.
Uma palavra e nada mais que uma palavra.
E é teu nome essa palavra.
E é teu nome a voz que não se ouve.
A ratos, el hombre artista que es Fernando, no sabe si creer en Dios, en los distintos/distantes dioses, o apostarlo todo a una carta por lo que de humano tenemos los que así nos hacemos llamar:
Vem se existes, Creador ou criatura,
ser todo de fumo e névoa e de mais indivizíveis formas que eu não sei dizer…
Resulta claro y diáfano el canto a la fugacidad de los deseos, así como la siguiente equivalencia, tan lúcida como naíf: pájaros = poesía.
La oración que deviene no puede ser otra cosa que un reclamarle cuentas a ese Creador o criatura que dicen todo lo puede, pero no. Las lamentaciones del autor lo son en todas las acepciones de la palabra y su decir está sembrado de declaraciones (más que valientes, desgarradoras) al hombre que es, pero también viceversa.
Como colofón, Fernando a los mandos de un hipotético piano, tocando las teclas de las grandes preguntas sin respuesta posible:
Que lógica há na norte que quotidiana visita as casas e as ruas?
Que ustedes lo lean bien.
Joaquín González Málaga
www.creaturasliterarias.es
Extraterrestre