Medea murió en Corinto
- Autor: Antonio Jiménez Casero
- Género: Literatura y Novela
- ISBN: 978-989-51-9082-9
- Nº Páginas: 420
- Encuadernación: Tapa blanda
- Año: 2017
“Medea murió en Corinto” es producto de una clase de Literatura Griega. El autor afirmó ante un grupo de muchachas humanistas, alumnas de Bachillerato, que de toda la tradición misógina de Grecia, de esa literatura que en ocasiones amplifica el temor del varón griego a las mujeres, Medea es la cima inalcanzable Y justificó ante las alumnas las razones de su afirmación. . Ella es la advertencia de los varones griegos a las mujeres que aspiran a una mayor independencia. Porque la culpa primigenia de Medea es que ella piensa como un hombre. Tres señales les dio de esa actitud. Elige al varón con el que quiere compartir su vida y le hace prometer fidelidad eterna ¿Qué griega en sus cabales haría eso? Una griega decente toma su dote y encamina sus pasos a la casa del esposo que su familia eligió para ella. No acepta que su marido la repudie y se rebela. Buenas pruebas dejó de su despecho y de su cólera. ¿Qué varón griego aceptaría con sumisión ser repudiado por su esposa y que ella eligiera un nuevo compañero más poderoso, más joven o más rico? Empuñaría su espada y tomaría venganza. Y la ciudad aplaudiría su decisión. Reclama compartir con Jasón la patria potestad; le discute al varón la propiedad de los hijos. Hasta tal punto, que llega a arrebatarles la vida, según la versión que nos llegó. Y sólo al varón, -o a la ciudad, según nos cuentan de las costumbres espartanas-, le está permitida esa crueldad, sin que sufra por ello consecuencias. Pero esta mujer colérica y malvada no es, afortunadamente, griega. Ella es una bruja apasionada, salvaje y extranjera. Las alumnas oyeron decir aquel día que la fuerza del Mito es tan poderosa que, a pesar de nuestros esfuerzos por educar en la igualdad, aun damos culto a esa tragedia griega, misógina y pedagógica. Y en buena hora, porque es una de las cimas literarias de la antigüedad; pero que conviene contextualizar y no sacralizar su mensaje. Y las alumnas pidieron otra Medea. Dieciocho meses después tenían el manuscrito. Kión de Yolco, un poeta jorobado y cojo, que conoce bien la vida de Medea, sabe que la que ha llegado hasta nosotros es absolutamente falsa. De paso, este Kión de Yolco nos desvela que el mito está lleno de mentiras urdidas hábilmente. Las mismas mentiras que tejen los asesores de imagen de nuestros prohombres de la política y las finanzas. Kión de Yolco no nos habla solo de la Grecia Antigua. Con la mirada adecuada podremos descubrir que nos plantea temas eternos y, por tanto, actuales.