Estos poemas, en ocasiones cercanos al desgarramiento, advierten la necesaria búsqueda de la libertad para la paz interior. Aún en la certeza, el poeta es un eterno inconforme, habitante de su tiempo y del amor, de la historia y sus héroes, de la ficción y sus personajes. Un solitario acompañado por la multitud. Así crea su universo real-imaginario como puente a la añorada trascendencia. Va cruzando su época de abisales contrastes, urdiéndose alas, como Ícaro hacia el predestinado final. No para llegar primero, sino para estar al límite: sufrir o amar en el acrobático vuelo de la vida.