Ya no esperaba grandes cosas de la vida. Se encontraba en una edad en la que comienzan a tener más importancia los recuerdos que las vivencias del día a día. Creía en algunas cosas y había dejado de creer en muchas otras, aunque nunca había permitido que las experiencias absorbieran su alma de niña y la impidiesen soñar. Quizás fue ese bagaje emocional lo que la impulsó a tomar una decisión tan drástica como irse a vivir a un lugar desconocido, en otro continente, al otro lado del océano. Un lugar que la sedujo y la hechizó cuando por una serie acontecimientos circunstanciales, lo descubrió durante un viaje. Y cuando nada esperaba, cuando se instaló en plena naturaleza buscando algo tan simple como vivir los años que la quedasen en paz, cuando todo estaba controlado, cuando no necesitaba descubrir nada más, de repente, apareció la magia para desbordarla y convertir su vida en un caos emocional, mental y espiritual. Y se dejó llevar. Y conoció a unas mujeres sabias que la ayudaron en su camino. Y descubrió que hay algo más que lo que llamamos realidad, pero sobre todo encontró el amor verdadero, un amor tan fuerte y tan profundo que llenó su cuerpo de una pasión que nunca había sentido. Lo conoció, lo disfrutó, lo perdió al dejarse atrapar por el infierno de los celos, pero consiguió recuperarlo tras pasar por una catarsis psicológica y lograr salir de una oscura espiral negativa con la ayuda de una sabia y joven anciana. Y comenzó otra vida. Y del caos nació la luz. Y su alma de niña supo conectar con el espíritu de Gaia, además de descubrir y compartir un gran secreto guardado durante generaciones. Sabe que su periplo vital terminará en esta hermosa aldea, pero también es consciente de que fue aquí, en este mismo lugar, donde realmente nació como mujer, una mujer distinta, entregada y poseída por el amor, y por esa magia vital que todo lo impregna. Una magia que la descolocó, que la sorprendió, que la hizo pensar que estaba loca, pero a la que acabó aceptando al comprobar y comprender que su realidad se había expandido al cruzar el límite del sortilegio que envuelve la vida.