En estos cuentos de Fanue hay algo inusual en la literatura argentina reciente: si bien su imaginación bordea con frecuencia el delirio, ese delirio no habilita la falta de reglas, ese cinismo según el cual vale cualquier giro, cualquier peripecia. Cuando Fanue inventa un desvío, ese elemento reconfigura el mundo y lo obliga a torcerse para que el lector pueda, como decía Saer, tomarse lo que lee al pie de la letra. Fanue es de los que piden permiso para “tratar el universo a su manera”. Esa manera incluye una paradójica distancia irónica que hace de él, además de un creador de mundos, un humorista satírico a la manera de Swift, de Twain, de Cancela: es decir, una especie casi desaparecida. En sus miniaturas, los relatos conspiranoicos, la new age, la divulgación científica, las artes adivinatorias, las terapias alternativas, el deseo, el amor, son vistos a través de una lente deformante que, con una frecuencia generosa, hace estallar la carcajada, incluso cuando estamos leyendo en solitario. (Comentario: Flavio lo Presti)