Con este libro el autor ha puesto todo su empeño en visibilizar una barriada, Los Prados, que como su título indica sigue siendo una desconocida. Son todavía numerosos los malagueños y malagueñas que ignoran la ubicación de esta barriada. Los Prados sigue manteniendo a día de hoy unas características propias que le hacen resaltar como un lugar donde la cercanía y la vecindad que se respira nos evoca a tiempos pasados. A pesar de la dificultad hallada para buscar información sobre Los Prados, el autor ha aportado numerosos datos que asombrarán incluso a los pradeños más antiguos. Así nos desvela en esta investigación que íberos, tartesios y fenicios fueron pobladores de estas tierras, que han formado parte de la denominada Vega de Málaga. También en estas páginas se relata la evolución de estas tierras, en las que la vid y la caña de azúcar fueron sus cultivos más destacados, haciendo un recorrido por los numerosos cortijos, paseros y lagares que poblaron esta zona próxima a la capital malagueña. Nombres como Cortijo Torres, San Luís, El Contador, Doña Justa, Lagarillo, La Estrella, Paulita Mellado o Sánchez Blanca, forman parte de la memoria de los que poblaron estas tierras. Tampoco podemos obviar el binomio formado por Los Prados y su estación ferroviaria, cuya construcción en la década de 1920 facilitó el nacimiento y expansión de esta barriada, convirtiéndose con los años en uno de los talleres más punteros en la fabricación de trenes de alta velocidad. Por otra parte el autor no ha querido dejar pasar por alto la historia de los habitantes de Los Prados, describiendo a gente humilde y trabajadora que con mucho esfuerzo y tesón consiguieron el crecimiento y desarrollo de esta barriada.