LAS TUMBAS LAS TUMBAS presenta un juego inquietante: la radiografía feroz del internado y por último la internalización ejecutiva en el mismo protagonista de las pautas salvajes e inhumanas de estos institutos correccionales. Los ritos de iniciación, el doloroso aprendizaje, la colonización espiritual de un ser humano que se transforma en una agazapada bestia, la violencia y el sexo, como predominantes de un todo desgarrador, en un libro que era necesario que alguien escribiera con tanta valentía y desprendimiento. El lenguaje suelto y la prosa medida y sin hojarasca contribuyen a convertir la novela en un grito que no será fácil de olvidar. LAS TUMBAS enriquece como libro a una desgastada literatura argentina y aporta el grano de denuncia, de virulencia y desmitificación que reclama el viciado panorama de los Borges y los Cortázar, a manera de contrapeso por tantos exquisitos literatos y escritores de talento que andan “fabricando” aventuras inconsistentes o encubridoras de una realidad social. ENRIQUE MEDINA replantea, como una vuelta de tuerca alrededor de la temática del libro, la relación opresor-oprimido, colonizador-colonizado, amo-esclavo, a través del paralelismo de celadores e internados: cuando la pedagogía sádica y bárbara triunfa, ya nada queda por rescatar, salvo aportar con el documento y la delación literarios, sin caer en la “literatura”, para que nada pierda brutalidad, vigor, vehemencia corrosiva. Invertir el daño, atestiguarlo, desbrozarlo, mostrando los filamentos más duros y cruentos, por medio de un libro que enjuicia a toda una cultura, que revela los bajos valores y la abyecta verticalidad de una sociedad. LAS TUMBAS no respeta el lenguaje culto ni los tabúes insertados en la estructura y en la codificación de esa miseria oculta. Sabe conquistar la tortura y dosificarla como agresión. El cuestionamiento permite que el vocabulario descubra la realidad y la conceptualice verbalmente: el dedo en la llaga no gira inútilmente como taladro, presiona hasta sus últimas instancias. (CONFIRMADO, Bs. As., 1972) Hay libros que sorprenden como una piedra en plena cara. LAS TUMBAS es uno de ellos. Las sociedades que se dicen civilizadas segregan a sus miembros más débiles, a quienes no sirven para el trabajo productivo, y los encierran en depósitos que llaman reformatorios, asilos de ancianos o manicomios. Esos mundos, a menudo alucinantes, están instalados a un costado del mundo “normal”, del que los separa usualmente un muro impenetrable. ENRIQUE MEDINA, con su primera novela, hace estallar ese muro y a través del boquete irrumpe un viento de piedad y espanto. Con un lenguaje directo, rehuyendo el camino alfombrado de los eufemismos, MEDINA hace desfilar los códigos secretos, los ritos de iniciación, las sádicas relaciones de despotismo y sumisión. Sexo y crueldad aparecen fundidos en una unión indisoluble. Adoptando el punto de vista infantil, el relato recorre ese feroz laberinto, a través del cual la conciencia del niño va armando su rompecabezas: la sorpresa inicial, el acostumbramiento, el aprendizaje de técnicas para sobrevivir. Y también una prematura visión del mundo: “el que no tuvo bicicleta de chico nunca llega a nada”, piensa gravemente el niño-anciano. Sin mensajes ni moralejas triviales, LAS TUMBAS señala un momento significativo en el camino de una literatura popular. (CLAUDIA, Bs. As., 1972)