Las tres morillas
- Autor: Carlos Blas de Canyet
- Género: Poesía
- ISBN: 9788418585685
- Nº Páginas: 102
- Encuadernación: Tapa blanda
- Año: 2021
He aquí a las tres morillas de Jaén, que en verdad no fueron ni moras ni judías, sino tres jóvenes gitanas que tuvieron la desgracia de incurrir en la ira del faraón. ¿Pues qué hicieron las pobres gitanillas para ser perseguidas a sangre y fuego por todo Egipto? ¿Qué las llevó desde los lejanos valles del Nilo hasta la recóndita tierra del ronquío? No digo más, que eso ya lo cuenta el poeta en versos fechos a jaenera guisa. Veremos en tablas a escribas y sacerdotes y aun al cruel faraón proclamando el bando de guerra. Oiremos las admoniciones que un viejo escriba dirige a su joven discípulo y aun sus diatribas de última hora. Asistiremos a la bronca que mantienen a cara de perro el fiscal de la corte celestial y el apóstol Santiago. Hasta Dios, a quien no le gusta meterse donde no le llaman, hubo de terciar en la disputa al ver el gallinero tan revuelto. Tanto Él como Jesucristo, el mismo que viste y calza, echan su cuarto a espadas, demostrando así que lo cortés no quita lo valiente. Por no faltar, ni siquiera falta la propia luna lunera cascabelera, la cual, harta de monsergas, quiso ponerse en fuga, bien oculta en el morral, lo que trajo consigo los siete males o, peor aún, las diez plagas. Todos ellos salen a escena hablando en verso, como Dios manda, al modo de los viejos autos sacramentales. Quizás nuestro culto espectador haya oído distintas versiones sobre la historia de las morillas. Le prevengo. Tales historias son más falsas que una más y nos vamos. Ésta que aquí se le brinda tiene a su favor que por sus venas corre la sangre de antiguas leyendas. Esto que se dice. Eso que alguien cuenta. Aquello que alguna vez se soñó. Pues las palabras, contra lo que opinan los hombres de ciencia, no brotan de nuestro cerebro. Son hijas de la alquimia del verbo primordial, renacen una y otra vez al calor de la lumbre y acaso llueven como un regalo del cielo. Cabalgan en el aire desde la noche de los tiempos. Porque las auténticas historias, sépase, nunca se le ocurren a ningún autor. Se escriben al dictado del duende y escuchando la voz de los muertos.