En 1954 un agente muy especial de la Guardia Civil es enviado a Villarino de los Aires, un histórico y recalcitrante “pueblo de brujas” de la provincia de Salamanca, en la frontera con Portugal. Lleva la orden de descubrir, atajar y sofocar un rebrote de brujería que pone en peligro el descomunal proyecto de construcción de los grandes embalses sobre los ríos Duero y Tormes. Pero, a pesar de su cualificación y experiencia, su misión fracasará sencillamente por no ser capaz de cruzar otra frontera; esta vez sociológica y cultural. Una frontera inmaterial e intangible pero dura como la mismísima roca de los agrestes Arribes del Duero. Hablamos de la frontera que llevaba al pensamiento mágico que compartía toda la población local y que sobrevivía frente al racional, arrollador e incuestionable pensamiento lógico, frente al inmemorial y asfixiante pensamiento religioso de la Iglesia Católica y frente al dominante pensamiento político del Movimiento Nacional; las otras tres formas de pensamiento que trataban de uniformar y subyugar a la sociedad española de la época. Contextualizada en la Salamanca y provincia de mediados del siglo XX, esta visión de la brujería que hoy Daniel Cruz Sagredo nos presenta resulta absolutamente novedosa. En realidad estamos ante un riguroso estudio filosófico, sociológico y etnográfico cuyo objeto es reactivar el interés de los lectores por la brujería como parte de su propio pasado cultural; utilizando un formato narrativo arriesgado, una mixtura entre el ensayo, las viejas novelas picaresca y costumbrista y la novela negra actual.