Llevo casi veinte años escribiendo guiones para cine y televisión, pero con la pandemia llegó el parón. Tenía que “reinventarme”, palabra demasiado grandilocuente tal vez para decir: búscate la vida como puedas. Lo malo es que con una trayectoria tan larga como la mía, es difícil cambiar de vida. Lo único que sé hacer es escribir, así que decidí aventurarme en terreno desconocido pero sin salir del mundo de las letras. Me encanta mi trabajo. Escribir un diálogo y luego ver cómo los actores le dan vida y lo hacen suyo, es una experiencia muy gratificante. Pero no todo es tan bonito en el oficio del guionista. La gente cree que escribimos lo que queremos… no es verdad. Tenemos muchísimas limitaciones (presupuestarias, de contenido, de disponibilidad de actores…) y demasiados filtros (lectores de la productora, lectores de la cadena, productores, ejecutivos varios…). Todo el mundo opina y en ocasiones, entre lo que nació de tu imaginación y lo que llega a la pantalla, hay una gran diferencia. Fue entonces cuando pensé en lo mucho que me gustaría escribir sin cortapisas. Escribir literalmente lo que me diera la gana, lo que me saliera del corazón, sin que nadie me dijera cambia esto, agrega aquello o quita lo otro. Al principio me pareció una locura -de ahí el seudónimo- pero la semilla ya había prendido en mi cabeza y no paró de crecer hasta que me puse a escribir mi primera novela. CELIA es el resultado de esa locura. FUTURO DE PAPEL es el primero de los cinco libros que narran el periplo de una mujer de finales del siglo XIX que se atreve a enfrentarse al mundo y luchar por su libertad. Yo también me he sentido libre escribiéndola, hasta el punto de prescindir de mi propio nombre para darle vida.