Estamos en 1925. Antonia, una chica de catorce años que vive en un pueblo de Badajoz, debe ayudar a su madre, que es la partera del pueblo, en un parto difícil. Todo acaba en desastre y se siguen sucesos violentos que coronan en muertes. Antonia se propone estudiar para matrona y con la ayuda de una amiga ocasional y de su padre médico viaja a Madrid, se gradúa en la Casa de Salud Santa Cristina, trabaja en el Hospital Provincial y ayuda a su benefactor. Comparte piso con una compañera. Todo parece ir aceptablemente bien cuando estalla la guerra. Ocurren acontecimientos terribles que ponen en peligro su vida y la de sus allegados; algunos la pierden. Al acabar el conflicto se recupera una dolorosa normalidad, salpicada de maldades impunes. Antonia lo afronta todo, saborea la venganza e incluso encuentra el amor de su vida, pero sufre una serie de desastres que la llevan a perder a su amado, sus amigos, su trabajo, su madre y finalmente su casa. Antonia se desvanece entre las brumas del tiempo y el olvido. Setenta años más tarde Carlos, ahijado de Antonia, a la que apenas llegó a conocer, y su nieta, periodista en ciernes, tropiezan con un breve texto que Antonia dejó olvidado. Se proponen desentrañar su pasado y realizan una serie de descubrimientos sorprendentes, a la vez que conocen personas muy importantes en la vida de Antonia. En cierto modo reivindican su figura y su vida, pero el velo del tiempo lo difumina todo. Finalmente nuestra joven protagonista se da cuenta de que lo que Antonia consiguió como mujer y como persona fue muy importante, pero que ahora es ella la que debe continuar con su vida y hacer que siga creciendo la semilla que Antonia y otras muchas mujeres valientes sembraron.