No resulta sencillo llevar la bitácora de vida, el mapa de las vivencias a lo largo de muchos años, en poesía. Verdaderamente hay que sentirse enamorado de la poesía, con un amor como esos que juntos transitan vida, tormentas, amaneceres, nostalgias, sueños, ideales, pérdidas, heridas, persecuciones, fuerza, voluntad, belleza. Este es el amor que aquí se lee . Eduardo Elizondo se nos presenta como el testigo de todas las veces que la poesía se ha manifestado en su vida. Testigo atento que no desoyó el llamado y le hizo honor, construyendo un altar para ella en su Corazón. Altar que siempre llevó encendido a lo largo de todo su andar por tantos escenarios exteriores e interiores. Porque la poesía es eso: Canto silencioso de esperanza, supervivencia y superación. Isabel Fraire