Samuel es un hombre tranquilo y seguro de sí mismo, pero lleva mucho tiempo callando lo que siente y no sabe si tener tan cerca a Lucía será una tortura o una bendición. Lucía es alegre y parlanchina, excepto con el mejor amigo de su ex, con el que se muestra reservada, incluso inaccesible. Quizás porque no se ve capaz de cruzar la línea que ella misma se ha marcado sin sentir que se traiciona a sí misma. Un encierro obligado, la falta de contacto real y los silencios que lo llenan casi todo serán suficiente para escribir una historia increíble sobre la amistad, la familia, el duelo y el amor, que es capaz de abrirse paso incluso a través de las grietas más espinosas del corazón más reacio. Cincuenta metros cuadrados pueden convertirse en un auténtico infierno o ser el lugar ideal para encontrar el equilibrio perfecto entre lo que te impone la vida y lo que te dicta el corazón, que sigue sus propias reglas.