La identidad personal de cualquier individuo en el mundo de hoy no depende tanto de quien uno crea ser, sino del documento que lo pruebe. Así, los protagonistas de esta extraña historia, debido al deterioro de una simple tarjeta de crédito y la consiguiente falta de efectivo disponible en un fin de semana, no sólo han de admitir su impotencia para poder adquirir unas indispensables medicinas, sino que, además, llegue a cuestionarse su propia realidad como seres humanos. Narrada literariamente de diferentes formas y géneros, escenificable conforme a una clave que se advierte en el prólogo y secuenciada cinematográficamente, esta novela experimental viene a suponer un paso más en el modelo estético que su autor hace años definiera como "Comedia cruel": si a una realidad cruel correspondiera en la antigüedad clásica una escena trágica (heroica), a una percepción trágica de la realidad contemporánea (servida por los medios como espectáculo) debería corresponder una escena (o cualquier otra forma de expresión artística)simplemente cruel, es decir, sin héroes (ellos y los dioses son ajenos a nuestro tiempo), como en una comedia. Sólo que la humana consciencia de la muerte obliga al autor a ir más allá de sus límites. De ahí el término "tragediola" del subtítulo.