La novela transcurre en Filipinas durante el periodo comprendido entre la sublevación tagala de agosto de 1896 y la guerra hispano norteamericana. De la mano de dos personajes reales que tuvieron una participación trascendental en la etapa mencionada, el autor nos va desgranando una trama llena de intrigas, traiciones y pasiones desenfrenadas en que se nos conducirá, a medida que avanza el relato y de una forma inexorable apenas perceptible, a la crónica de una guerra que nunca debió existir. A través de las vivencias, los amores, las inquietudes y las dudas de sus dos protagonistas se nos irán presentando las causas que determinaron la pérdida del archipiélago filipino, muchas de ellas olvidadas por la historiografía. El autor aprovecha para reflexionar sobre la incomprensible desaparición, en los textos y estudios de la época, de ciertos detalles importantísimos para entender lo que sucedió, aireados en las acervadas críticas del momento contra los responsables políticos. Termina el autor por responsabilizar de ello a una supuesta censura diabólica implantada por los poderes públicos del momento con la aquiescencia de ciertas élites culturales que, como suele ser habitual, se encontraban muy cómodas escribiendo a gusto del Poder.