“La Quinta de los Cañones” configura la cuarta entrega de la saga histórica inaugurada con “Las campanas de Potosí”, y continuada luego con “Gritos de Bronce” y “El Juicio”. En esta oportunidad, la narrativa abandona momentáneamente las áridas planicies y las cumbres heladas del Altiplano, para remontarnos a escenarios tan dispares como la aldea irlandesa de Foxford, las calles de la ciudad de Filadelfia, los bosques de las Ardenas, la temible Prisión-Fortaleza de Verdún, el Canal de la Mancha, las mazmorras del Fuerte de Buenos Aires, el camino de Barracas, o la mansión del arquitecto Reid. Sobre estos lugares se cimenta la narración que ocupa al gran relato central de esta obra - una novela dividida en veintisiete capítulos - que le otorga título al libro. Moviéndose a través del tiempo, en medio de los recuerdos tormentosos que acompañan uno de los momentos más perturbadores de la vida del héroe de Montevideo, el lector se asoma durante algunos momentos a la vida del marino, tratando de descifrar quién era el “loco irlandés”, al que con el tiempo apodaron cariñosamente “el viejo Braulio”, antes de convertirse en el Almirante Guillermo Brown que todo conocemos. Fiel a su estilo, Lemos González regresa una vez más con una sucesión de momentos, de anécdotas, de pequeñas historias, que entre todas, van componiendo, como los hilos de un tejido, o los sonidos de una orquesta, esta pieza literaria central y magnífica, que llega a disputarles el protagonismo dentro de la saga a las historias situadas en el Alto Perú. Su diálogo continuo con la obra de Dickens, su naturaleza melancólica, y la atmósfera intimista que recorren cada uno de sus capítulos, hasta llegar al final, cumplen con las expectativas, y dejan abierta la puerta a una continuación.