Don José Juan es un anciano a punto de cumplir la centuria de años, además es multimillonario, amargado y rechazado por su familia, morirá cuando cumpla cien años y un día, él lo sabe, por ello convoca a uno de sus descendientes para que le ayude a cumplir la promesa hecha hace setenta años a la única mujer que amó: devolverle un envase con una flor de luz que ha recogido los mejores sentimientos del anciano y llevarlo hasta Mucununca el pueblo en el que sus habitantes decidieron no morir jamás, el mismo pueblo que se esconde al resto de los mortales. Con la ayuda de un mapa misterioso, el descendiente logra llegar al lugar donde debe dejar la flor mágica, allí descubre un manuscrito que relata la historia de su tátara abuelo. El descendiente descubre, en las páginas del manuscrito, la historia del cómo se dieron las circunstancias para que el hombre centenario, en su juventud, se topara con su alma gemela. Una travesía predestinada en la que irá descubriendo unos personajes llenos de fantasía y misticismo: el inventor del afrodisiaco más potente del mundo, un enano que enamora sirenas, el cura que no entró al cielo, un ángel que le encanta relatar historias y una mujer maldita (María Inmaculada, el alma gemela) con un hedor insoportable, el que impide que las gentes se le acerquen, y que solo será eliminado cuando pueda encontrar el verdadero amor. Para llegar a Mucununca se necesitan dos cosas: las ganas de conocer el pueblo y un mapa, porque el poblado cambia de sitio todas las noches, para evitar que los turistas molesten a sus habitantes. Ese sitio tiene, por un pacto hecho de manera celestial, un número limitado de habitantes, si llegaran a sobrepasar ese límite, el pueblo y sus habitantes se acabarían y nunca más nadie recordaría de su existencia. La mujer queda embarazada y al nacer el niño rebasará el límite de habitantes, por lo que su enamorado tendrá la obligación de abandonar el pueblo y dejar para siempre a la mujer predestinada y la única que podrá amar en su centenaria vida. Solo se llevará de Mucununca el frasco con la flor de luz, el mismo que deberá devolver a María Inmaculada con los mejores sentimientos de su amargada vida cuando cumpla los cien años y un día. La mujer de la promesa, le envía un regalo con su tataranieto del pueblo, un regalo que, instantes antes de su muerte, le revelará que para que un amor se convierta en eterno tiene que durar poco.