Tres muertes sin dueño se hilvanan a lo largo de “la guerra de las putas”, donde termina una empieza la otra. Pero el vínculo que las une se descubrirá a lo largo de las páginas. Albacete 1943. Año del hambre. “A veces vivir es mucho más duro que morir” En el corazón del Alto de la Villa, el barrio de los amores prohibidos durante la posguerra, confluyen distintos personajes, distintas historias tejidas entre si por las ansias de seguir viviendo entre el hambre y la oscuridad. Una madama trasnochada, unas putas comadres cada una con su moral a cuestas y aquel erotismo barato y recién aprendido por Manuela y su hija Llanos para quitarse de encima el disfraz de rojas que comparten con Charo la chiquilla que tras un velo de engaño sobrevive en la casa familiar. Al otro lado del tiempo y del burdel, una madre con el vientre vacío, otra con el bolsillo lleno y una guerra civil que apenas afecta a su despensa. Un puñado de vidas acompañan a las protagonistas haciéndose un hueco a lo largo de la novela: el joven que descubre que posee sexo en unas sábanas que se airean a diario, la mujer que se oculta en un cuerpo equivocado sin pedir disculpas por ello, vecinas de todos los colores en torno a las verdades y a las mentiras…. Y al fondo, un rostro que forja tres muertes… ¿o más?