Un sueño cumplido puede desbaratarse, puede abrumarte, arrebatártelo todo, consumirte y, de algún modo, también provocar tu muerte. Muchos sueñan con el éxito y con cómo lograrlo, concentran en ello todas sus energías, recursos y acciones, y después de un tiempo, si todo lo demás necesario explota o se alinea, un día lo logran y obtienen el premio. Pero no sueñan la continuación o el "a partir dé"; por eso no tienen previsto ni calculado el porvenir, y quedan a merced de un flujo poderoso y desconocido, de las circunstancias, de las nuevas posibilidades, de intereses aparte, de la gran trampa. Y todo comienza a irse a la mierda. La vista desde la cima es magnífica pero general, un hechizo de gloria y luz intensa que no permite ver que el éxito es un evento momentáneo y que en las cimas no se puede permanecer mucho tiempo. Pero casi nadie está preparado para tener, y mucho menos para perderlo todo.  Paul Merrick, estando en la cúspide de su carrera de escritor, sufre de manera profunda y abrumadora la deformación de su sueño más grande, y comienza a cuestionarse la forma que dio a su vida personal y de escritor a partir de su llegada a la cima, y así entra en su propio infierno, en donde, de uno u otro modo, morirse es la única salida. “La Delgada Curva de la Luna es una historia sobre un novelista exitoso que puede o no ser misógino, y que está luchando por salir del bloqueo de escritor y trascender el género de sus libros. Al igual que Armando Warner, escribe con un Smith-Corona Sterling. Leí con mucho interés esta novela escrita de manera directa, con fuerza y honestidad. La recomiendo para quienes desean leer algo fuerte y contundente sobre amor, sexo y máquinas de escribir. Richard Polt, The Typewriter Revolution Blog, EE.UU.