Por regla general, los asiduos lectores solemos predecir el posible final a medida que vamos desentrañando la historia. En este caso, puede incurrir en error el lector que se aventure a predecir el desenlace final de este magnífico libro.Con una narrativa simple, impronta que caracteriza las obras de Antonio Mercedes Quezada, se mantiene al lector en una catarsis constante, en la cual se ve obligado a predecir el futuro que depara a los protagonistas, ya que la historia está cargada de familiaridades que son imposibles de pasar por alto. A la vez que irremediablemente, las asociaremos a sucesos conocidos en nuestro entorno.Sin darnos cuenta, nos veremos arrastrados por el caudal de emociones y sentimientos impregnados en nuestra piel, el odio, la rabia, la envidia y por supuesto el amor, la pasión y el deseo. Por todo esto, aconsejo al lector que se deje llevar en volandas de la mano del autor y su narración a pie de calle. Que se sumerja en ese abismo que el autor ha creado, rompiendo esos límites invisibles de lo humano, lo divino y lo mitológico.