Si el término feminismo y la organización, que se desprendre de este nombre, de un verdadero partido internacional, son de origen reciente, el movimiento feminista contemporáneo no lo es menos de causas muy lejanas. El feminismo es el resultado inevitable, la expresión moderna de sentimientos tan antiguos como los primeros errores y las primeras injusticias cometidas contra la mujer. Si ahora se está produciendo una revolución, tan pacífica y tan racional que parece más bien merecer el nombre de evolución, esta evolución, por muy lenta que haya parecido, retrasada por la ignorancia y la rutina, no fue menos progresiva, avanzando sin pausa, sin detenerse, hacia una concepción más elevada y verdadera del papel de la mujer en la sociedad, un papel preponderante,bajo su aparente invisibilidad. Y, si hoy en día, esta tendencia, que quiere arrancar a la mujer de la servidumbre de la fuerza, de lo que hoy llamamos la ley del hombre, ha recibido un nombre –y muy moderno–, es porque la causa feminista ha avanzado a pasos agigantados desde el último cuarto de siglo. Por esta razón, el autor se propuso seguir el desarrollo del feminismo, esta evolución generosa y humana, en los primeros años de la humanidad. Para ello, analiza en este libro la condición de la mujer en el código más antiguo conocido: El código de Hammourabi (siglo XXIII a. C.). Prosiguiendo con su estudio, y queriendo situarse en un punto de vista más elevado, tomó la ley de Moisés para ver la evolución del feminismo avanzar lentamente, pero con seguridad, hacia una mayor humanidad, una mayor justicia y una mayor equidad. Nada puede hacer más valientes y fuertes a las mujeres de hoy, que esta rápida mirada al pasado. El presente nos parece un poco más bello y mejor, y, a pesar de las imperfecciones, que siguen siendo tan grandes, recuperamos la confianza y creemos en un progreso inevitable y seguro.