En la novela La bestia no se mancha, finalista del IV Premio de Novela “Ciudad ducal de Loeches” (España/2009), cuatro amigos de poco más de treinta años presentan instantáneas de su vida actual. Para su época, jóvenes aún con toda la vida por delante; décadas atrás, adultos sin una vida encauzada. Gonzalo siente que es su momento para consolidar una familia, Acosta sufre por su reciente divorcio y junto a su amigo Kapo, huyen de los compromisos amorosos privilegiando el goce a través de experiencias efímeras. Emiliano es líder de una ascendente banda de rock, pero comienza a no disfrutar de su prometedora carrera y lucha por evadirse de un sentimiento de vacío que de a ratos lo invade. En una época en que se carece de ideales, en la que el tener impera por sobre el ser, donde las antiguas motivaciones perdieron peso y las presentes son difusas, las cuatro bestias, presas como todo hombre de su tiempo y cultura experimentan en los momentos de soledad la angustia de un tránsito sin sentido. Ridiculizar los modelos actuales, realizar un listado de vivencias enriquecedoras, desoír los ruidos de la razón, enfrentar la mediocridad intentando no caer en los prejuicios, quizá sean algunos de los caminos a emprender.