La amada de Dios
- Autor: Nora V. Sánchez Larreteguy
- Género: Filosofía y Religión
- ISBN: 978-987-1529-41-4
- Nº Páginas: 117
- Encuadernación: Tapa blanda
- Formato eBook: PDF
- Año: 2011
Desde finales del siglo XI hasta el siglo XIII surgieron en Francia los llamados trovadores, cantautores afincados principalmente en la región de Occitania quienes, inspirados en el antiguo concepto griego de poema lírico, exaltaban en sus composiciones las virtudes de su “Señora”, una mujer innombrada, de singular belleza y exquisita amabilidad, cuyos siervos deseaban ser. En sus cantares, acompañados por el laúd o la viella, el violín medioeval, la llamaban “Dompna”, que en la langue d’ Oc es la palabra equivalente al término latino Domina (femenino de Dominus: Señor). La poesía de los trovadores figura entre las primeras muestras literarias en una lengua distinta del latín, la lengua literaria por excelencia durante la Edad Media. La mujer llamada Dompna por los trovadores era la alegría de sus vidas, un amor profundo y secreto, su patrona, su mentora y la razón para convertirse en cruzados con el propósito de devolver la Tierra Santa a la cristiandad. Lo que de ella sabían era mantenido en secreto junto con su nombre, a pesar de cantar en público las loas en su honor. Ella era su “Señora” y el trovador aspiraba a ser su humilde vasallo como única recompensa. La música de los trovadores desapareció progresivamente a lo largo del siglo XIII con la destrucción de los reinos del sur de Francia durante las guerras religiosas, que culminaron con la derrota de los albigenses por el poder papal; perseguidos por la Iglesia de Roma, prefirieron el martirio en su forma más cruel, antes que abjurar de sus creencias. El aniquilamiento de los albigenses en el Languedoc a manos de los Cruzados, de una ferocidad sin precedentes, se convirtió en el primer genocidio de Europa. Como inmediata consecuencia la región del Languedoc, por entonces independiente y bajo el control de los condes de Toulouse, pasó a depender del rey de Francia. Los trovadores comenzaron a ser interrogados por legados del Papa y posteriormente por miembros de la Inquisición. Muchos de ellos marcharon por entonces al exilio y otros modificaron el contenido de sus composiciones. Como resultado se idealizó e inmortalizó a la Señora como un principio del eterno femenino y a menudo se la identificó con la Virgen María. Sin embargo, la santa patrona de la región de los trovadores no era María, la Madre, sino María Magdalena, cuyo culto floreció en el sur de Francia, especialmente desde finales del siglo VIII, como el de una figura fundacional del cristianismo. A través de los poemas líricos de los trovadores de Occitania, como por otras y más complejas vías, la protesta contra la desfiguración de su imagen y de su rol en el cristianismo naciente se ha transmitido a lo largo de los siglos y ha sobrevivido a toda persecución.