MIAUGRAFÍA Consciente de que también lo leerá mi familia y algunos amigos, creo que con 47 años ya es hora de perder la vergüenza. La culpa de que yo escriba ficción es de ella (no de la vergüenza, aunque ahora me abordan dudas) porque al igual que una de las protagonistas de mis novelas, Carmen Sastre, desde pequeño me vi rodeado no sólo de libros sino de amor a ellos y a sus palabras. Por eso estudié filología –igual que dos de mis hermanas- y luego me hice docente. Dicen que escribir es vivir y vivir es, entre muchas cosas, viajar. Nomadeo y gatuneo son mis dos nombres preferidos- y si no existen habrá que inventarlos- por eso escribo, para gatunear entre calles y perfiles y porque así me siento más lucentino, andaluz y por tanto, permitidme, universal. Y en la vida hay que sentir sea como sea. Escribir para mí es maullar en el silencio de la noche y gritar: ¡Viva la imaginación!