Idos; Niños y Descoloridos
- Autor: Jorge Sagrera
- Género: Literatura y Novela
- ISBN: 978-987-1947-38-6
- Nº Páginas: 151
- Encuadernación: Tapa blanda
- Año: 2013
Flannery O'Connor escribió una vez: “Un cuento es una acción dramática completa y, en los buenos cuentos, los personajes se muestran por medio de la acción, y la acción es controlada por medio de los personajes”. Releyendo estas líneas, encontré el camino que me llevaría a responderme sobre los cuentos de Jorge Sagrera. Desde el primer día en que los leí, hace algunos años, supe que eran diferentes. Me impresionó ver cómo se mostraban esos personajes a través de situaciones, y cómo a la vez las controlaban. Esta serie de cuentos deja, en cada texto, una sensación de felicidad y tristeza... La felicidad proviene de las situaciones cómicas, registro muy particular de Sagrera. La tristeza porque, cuando buscamos en la situación graciosa, vemos que en realidad lo que hizo ese personaje era lo único que podía hacer... era su imposibilidad. Dejaré que el lector sea quien vaya descubriendo este excelente libro, pero, si tuviera que dar algunos detalles sobre la escritura, diría que es memorable el cruce entre los diálogos y las acotaciones, que la profundidad del contenido es proporcional al nivel de libro, y que ese pendular entre situaciones absurdas, cómicas y las complejas profundidades no son meros accidentes sino que están en la esencia. Hernán Isnardi // “La literatura de provincia es una literatura con nervio”, dijo Cesare Pavese. Y, porque suscribo esa idea, recomiendo el excelente libro de este escritor de la provincia de Buenos Aires. Sagrera nació y vive en San Pedro, tierra también de Abelardo Castillo, uno de los más grandes escritores, que supo afirmar que “lo único que se precisa para escribir buenos libros es ser un buen escritor”. Y Sagrera cumple cabalmente con esa condición. Su escritura tiene lo que Pavese observaba: una nervadura fuerte en el armado de sus relatos. La prosa de Sagrera es austera y precisa y sus personajes, que conmueven con lo mínimo, nos llevan a los confines del humor pero también de la tristeza. En síntesis, Sagrera es como un Hemingway que vive en San Pedro y desde allí manda señales, es decir, buena literatura. Ángela Pradelli