La persona cambia en forma constante. Si bien recorre siempre un mismo barrio, hay calles nuevas que la invitan por vez primera. Tal vez las contempló con frecuencia, sin animarse a recorrerlas, o nunca se percató de que siempre estuvieron esperándola. Lo real es que el lector tendrá en sus manos un sendero que su autor se animó a mirar primero, trazar después, para terminar transitando. Aquí se forma otro barrio de calles y pasajes, recurrentes en ciertos ocasiones, pero que impregnan en la persona curiosa, una idea clara de la geografía del mismo. Lo recorren personajes irreales, y no tanto, que casi siempre tratan de disimular y confundir al lector, y a su autor, su verdadero origen. Este barrio fantástico, creado desde otro barrio no menos irreal, intenta una justificación a ciertas horas.